Sin duda la obra publica es la locomotora del Gobierno Municipal, sobre todo con dineros del subsidio nacional (Viviendas, iluminación, desagüe y el escaso pavimento), el cordón cuneta y ripio con recurso de endeudamiento.
Todo esto resulta de alto valor electoral, el beneficiario lo recibe como un regalo aunque algún día lo tendrá que pagar, es en definitiva la función del estado en un sistema democrático y republicano. No obstante hay asignaturas pendientes que exigen compromiso de pago que no caen simpáticas al electorado. Un buen plan de pavimentación necesariamente obligan a gente que hace muchos años no paga obras y vive en lugares estratégicos de la ciudad, eso no «garpa» (Expresión porteña) electoralmente y tanto al oficialismo como la oposición le escapan a esas propuestas. Ni hablar el colectivo urbano, es una inversión que la usan pocos (No garpa) significa reconocer un error anterior de compra y finalmente hay que mantenerlo y tiene costo de circulación. En el sistema democrático prevalece el interés electoral aunque a veces parezca lo contrario.