Empezaron los epidemiólogos de Buenos Aires, apareciendo a cada momento en la pantalla de la TV porteña. Surgieron luego algunos pocos especialistas de Provincia, se agregaron los Ministros de Salud, se acoplo el tristemente recordado COE, hoy en vía extinción y así se fueron agregando opinantes a tal punto que hoy todos opinamos del COVID-19. Para no ser menos y de paso quedar bien con LA VOZ DEL INTERIOR publica el sábado 19 de junio un artículo donde establece sin dudar… “LAS RESTRICCIONES EVITARON LLEGAR A UNOS SIETE MIL CASOS”.
Esto es sencillamente temerario, a partir de la imposibilidad técnica, casi matemática de establecer resultados a futuro, y además sin valorar que en rigor los resultados efectivos, que si ocurrieron, se deben en una muy alta proporción al efecto dilatado (20 días) de inmunización vacunatoria, que a su vez se acopla al procedente y le da forma esa imaginaria curvatura en baja. Pensar que las restricciones en sí mismas son una solución, es creer en la cuarentena eterna del gobierno argentino, de cuyo fracaso casi ni se habla y no valorar y acentuar la predica que lo ÚNICO disponible sobre el planeta para enfrentar el COVID-19 se llama VACUNA, y sobre esto hay un déficit de gestión nacional y provincial, nadie despertó para salir con el portafolio y tocar timbres, tampoco hubo un aporte del grupo que tanto hablo en la TV para apoyar algún proyecto de vacuna local (CONICET) que enancado en buenos laboratorios que Argentina tiene podrían por lo menos haberlo intentado